sábado, 7 de enero de 2012

Una de cuentos...


Hace tiempo que no escribo en el blog y dada las fechas me ha parecido interesante enseñar algunos cuentos que me han llamado la atención para las sesiones individuales de psicomotricidad. 

Creo que no hace falta ahondar más en que la gran valía de los cuentos son su registro simbólico y la capacidad de dar imágenes y palabras a los conceptos que se nos hacen difíciles de expresar, y que ayudados siempre por la correcta escenificación del que cuenta el cuento tejen una nueva relación de complicidad con los niños.

Con el arte de contar cuentos hay que decir que el psicomotricista no es un cuentacuentos ya que tiene en mente otras metas al contar los cuentos. Los temas son elegidos con un interés específico dentro del marco de la sesión psicomotriz y con una representación corporal más ajustada a las dificultades particulares del niño.

Ya que estamos en un encuadre terapéutico; para el tema de los miedos, los duelos por la muerte de un ser cercano y otras cuestiones recomiendo libros como los siguientes:



Dentro de esta temática un clásico es "Para siempre" de Alan Durant y Debi Gliori, en la editorial Timun Mas. http://goo.gl/V9e3X Es un libro más cálido, a partir de los 3 años, que juega con el colorido de sus ilustraciones y en el que se representa una familia que vive en el bosque: Nutria, Topo, Zorro y Liebre. Zorro que simbolizaría el padre  muere y Nutria, Topo y Liebre lo recuerdan con cariño: "Y en sus corazones, en su memoria y en su sonrisa, Zorro seguía allí... para siempre."



Otros muy majos son: 

¿Cómo es posible??! La historia de Elvis, de Peter Schössow. A partir de los 6 años y con el Premio Alemán al  Libro Infantil 2006. http://goo.gl/O1JEH



¿Dónde está el abuelo? Mar cortina y Amparo Peguero. Tándem Edicions, colección El Triciclo. A partir de los 6 años. Nos dan está guía para ayudar a los profesores a trabajar en clase el tema del duelo: http://www.tandemedicions.com/pdf/id_514.pdf



¡Mamá! de Iñaki Zubeldia y Valentín Gubianes. Editorial Edebé. Colección Tucán Azul.
Recomendado desde los 6 años. Beatriz tiene ocho años y un hermano que se llama Álex. Beatriz echa mucho de menos a su mamá, que murió cuando ella tenía siete años.



¡No es fácil, pequeña ardilla! Elisa Ramón y Rosa Osuna. Editorial Kalandraka.  Aquí tenéis acceso a la ficha en pdf: http://www.kalandraka.com/es/colecciones/nombre-coleccion/detalle-libro/ver/no-es-facil-pequena-ardilla/



Siempre te querré, pequeñín. Debi Gliori. ISBN: 978-84-08-06066-6
A partir de 3 años.  Soy un zorro pequeño, muy enfadado y tristón y nadie me quiere de corazón...


Regaliz de Sylvia Van Ommen. http://goo.gl/aJl3c Muy sencillo y con las ilustraciones en blanco y negro. Trata sobre dos amigos, un conejo y un gato, que conversan sobre la muerte mientras meriendan. «¿Tú crees que ahí arriba, en el cielo, hay algo, un sitio al que uno va cuándo se muere?… Y, ¿Allí habrá regaliz?»

Regaliz

Para las pesadillas hay muchos, el más recurrido es el de "Una pesadilla en mi armario" de Mercer Mayer: http://www.kalandraka.com/es/nc/colecciones/nombre-coleccion/detalle-libro/ver/una-pesadilla-en-mi-armario/



Pero este otro que pongo a continuación me encanta:

"Yo duermo con un oso" de Antonio Acebal y Borja Sauras, editado por Editorial Pintar-Pintar. La Web está muy cuidada y tenéis imágenes, vídeos, descargas sobre el cuento o incluso verlo a través de Issuu. ¡Ojalá otras editoriales siguieran este camino! Un sobresaliente por todo este trabajo. http://www.pintar-pintar.com/p801910-yo-duermo-con-un-oso.html



El cuento tiene un empiece que es genial: "Yo duermo con un oso de peluche y mil monstruos cerca de mi almohada antes les tenía miedo, ahora no me hacen nada."


Y por último: ¡Tú puedes! de Ole Könnecke en la editorial Lóguez. Su sencillez me encanta, las ilustraciones lo dicen todo. Es increíble como con unos pocos trazos se puede decir tanto. http://goo.gl/AJfH4


Pues estas son mis recomendaciones para estos días. Deseo que os gusten y estoy abierto a descubrir vuestras sugerencias.

jueves, 3 de noviembre de 2011

Charla de Myrtha Chokler (con vídeo)


Actualización. Ya disponible el vídeo de la conferencia:


 
 

 
2 parte Myrtha Chokler, Motricidad espontánea... por Psicomagister

Mañana viernes 4 de noviembre la Doctora  Myrtha Chokler estará con nosotros de 11:30 a 13:00 en la sala de conferencias de la Biblioteca Central de la Universidad del País Vasco. Leioa 

La charla tiene el título de: "La motricidad espontánea en la infancia".

Mirtha tiene un enorme currículo y aquí pongo sólo algunas de sus capacitaciones:  
  • Doctora en Psicología  y Doctora en Fonoaudiología.
  • Especialización en Psicomotricidad en la Facultad de Medicina de París (Pitié -Salpetrière)
  • Licenciada en Psicomotricidad Educativa, Facultad de Educación Elemental y Especial, Universidad Nacional de Cuyo.
  • Dirige la Carrera de Posgrado de Especialización en Desarrollo Infantil Temprano de la Universidad Nacional de Cuyo
  • Jefa Técnica del Área de Atención Temprana del Desarrollo Infantil de la Dirección General de Escuelas, Dirección de Educación Especial de la Provincia de Buenos Aires. 




lunes, 3 de octubre de 2011

La transformación de la persona en psicomotricista: la formación personal


“La vida es un constante proceso, una continua transformación en el tiempo, un nacer, morir y renacer”.  Hermann Keyserling 

Cuando nos empezamos a formar en la Práctica Psicomotriz iniciamos un camino que conlleva la modificación permanente en la manera de percibir y sentir a los niños, a los adultos y a nosotros mismos. Aucouturier ya nos decía que la formación personal tiende al cambio de la persona y André Lapierre que sólo se puede intervenir eficazmente y sin riesgos sobre la personalidad del niño habiéndose explorado anteriormente a sí mismo. 

Este proceso exploratorio no tiene vuelta atrás e implica unos beneficios y también ciertos problemas que hay que saber ir solucionando gracias al soporte de los formadores y otros psicomotricistas con los que durante este camino estrechamos lazos.

La relación de acompañamiento simbólico entre el psicomotricista y los niños sabemos que favorece la expresión de los fantasmas, los miedos y los sentimientos de ambos pues el juego es la expresión primaria del inconsciente.  Por eso se trabaja de forma especial estas cuestiones en la formación personal. 

En la sala de psicomotricidad llevar a cabo acciones aunque sean simbólicamente nos obliga a enfrentar el deseo, la angustia y el miedo y a sentir esas cargas emocionales. Todas esas acciones simbólicas provocan un cambio en la mente a la vez que avanza una modificación en el sistema nervioso y neuronal del psicomotricista en formación. 

El trabajo personal introspectivo de lo sentido y en relación corporal con los demás es un trabajo muy especial ya que potencia las capacidades empáticas y de observación atenta de las más mínimas expresiones emocionales del otro a través del cuerpo y sus producciones. Esta escucha atenta provoca que se produzca con mayor facilidad una imitación inconsciente de las posturas y expresiones faciales.  Gracias a este mecanismo fisiológico y mental, y si funciona bien, entendemos con facilidad como se sienten las personas. 

Digamos que existe una sincronía instintiva y genética de los estados afectivos y por lo tanto del sistema nervioso autónomo propio con el de los demás.  La neurociencia dice que cuando las personas copian la postura emocional de los otros somos más propensos a compartir los mismos sentimientos. Si alguno quiere hacer la prueba de cómo nos influimos corporalmente los unos a los otros le propongo que observe como al estar con otras personas nos acompasamos en los ritmos y posturas. Por ejemplo: con la respiración, el ritmo del paso al andar, el nerviosismo, el estado de alerta, las expresiones faciales, la risa, con el bostezo… 

Traduciendo: el eco postural y las emociones son muy contagiosas y nos influyen aunque no queramos y los psicomotricistas somos profesionales que trabajamos especialmente con las emociones. No conozco otra profesión en la que se necesiten tanto estas capacidades tan desarrolladas, quizás tan solo se acerquen los psicoterapeutas.

Por esto, el impacto en la estructura de la personalidad es notable; y existe debido al entrenamiento corporal en sentirse y sentir a los otros, cierta fragilización personal en consonancia con la mayor capacidad adquirida de sintonizarse emocionalmente con la emoción del otro. El otro ahora se nos presenta distinto, nos atraviesa y nos lleva a acercarnos a él. En definitiva, nos transforma porque hemos aprendido a ser maleables, dúctiles y sintonizarnos en sus necesidades más básicas afectivas. A esto hay que sumarle nuestro estilo de apego y el de los otros que también asoma por estas nuevas formas de relación para intentar acoplarse. Todo resuena por estar con el otro en búsqueda de sintonía y reparación.

Con la educación sistemática de la atención plena en la participación afectiva el cerebro se especializa en buscar e intentar adivinar los sentimientos de los demás para ajustarse empáticamente y así proporcionar una base compartida y compresiva de las necesidades de los otros. Todas las cualidades naturales de empatía que ya tenemos de nuestra historia personal y educativa, previas a la formación en psicomotricidad, son fuertemente multiplicadas al convertirnos en profesionales de la atención sutil y consciente.

En este proceso instructivo se vivencian tantas emociones que para muchos supone el replanteamiento de su pasado y de su futuro.  Al verse con cierta perspectiva dentro y fuera de las sensaciones y poder sentir en los ejercicios prácticos quienes son, cuál es su forma de relación actual con sus semejantes, y cuál fue su historia de niños, sus conflictos infantiles, los sentimientos de culpa no resueltos, los deseos insatisfechos o prohibidos, las tensiones agresivas, la sexualidad, la seducción, los celos, las emociones reprimidas, las resistencias, las proyecciones, las pulsiones, los mecanismos de defensa, malestares, tensiones, el amor y el odio…

Ante todo esto surge lo inevitable: un conjunto de fases de ajuste, de etapas de maduración psicológica y asimilación, que se dilatan en el tiempo y del que no somos conscientes hasta que pasa un tiempo, a veces años. El psicomotricista necesita tener un cuerpo que diferencia las sensaciones propioceptivas de las que vienen de fuera y de una estructura mental analizada porque nuestra historia previa está ahí, con nosotros, interfiriendo en nuestra vida afectiva y relacional.

En este camino que han elegido aquellos que quieren ser psicomotricistas hay personas que a medida que ven, oyen y sienten se cuestionan tantas cosas que abandonan la formación por miedo a la fragilidad, otras que cambian el rumbo de sus vidas y otras que ahondan en el porqué de sus emociones y vidas provocando rupturas o mayor acercamiento a sus parejas sentimentales. 

Cada cual necesitará su tiempo y su distancia, su estar consigo mismo para recomponerse, aceptar la fragilidad, equilibrarse y encarar las nuevas capacidades de ver y emocionarse que tienen sus nuevos ojos y sus nuevos cuerpos sensibles… 

Con la formación en Práctica Psicomotriz ya nada es como antes, nace una nueva persona sensitiva, delicada y preparada para atender a los demás. Pero también conlleva un lado a cuidar y es que al ser más fácilmente contagiado por los sentimientos de los otros es más fácil caer en el síndrome del “quemado” personal y profesional.  Además todos los días al enfrentar nuestro trabajo llevamos muy alto nuestra empatía y ajuste tónico a los niños y pacientes.

Absorbemos los sentimientos de los niños y sus dificultades, así como los problemas de sus padres y familiares, sumamos los nuestros, etc. Por lo tanto, es necesario saber modular la empatía a un nivel seguro para no perjudicar nuestra salud. Tenemos que ser capaces de expresar una emoción positiva a los otros a la vez que neutralizamos las emociones negativas de ellos. Y aquí está el problema. Como hemos explicado antes a pesar del entrenamiento en filtrar y poner la empatía a nuestro servicio esta conexión se puede saltar todos los filtros y afectarnos inconscientemente.  

Shindul-Rothschild dice que el 14% de los profesionales de la salud mental que trabajan con víctimas de trauma manifiestan niveles de estrés traumático similares a los experimentados por las víctimas de TEPT. Debemos tener claro que al trabajar con individuos muy estresados o con problemas se es muy vulnerable al aumento de la activación de nuestro sistema nervioso autónomo y de las narrativas no integradas.  Por lo tanto, el ser consciente en el aquí y en el ahora de nuestras sensaciones corporales, así como el de disponer de una red social de apoyo a nivel familiar y profesional  es vital para intentar protegernos.

Es comprensible que una vez que uno es traspasado con esta formación tan distinta a las demás se pregunta cómo es posible que no nos enseñaran esta forma de trabajar con los niños y con las personas en la universidad a la que fuimos y que nos tenía que preparar para trabajar con la diversidad y la inclusión.
  
Y entonces nos preguntamos por el sentido de todas esas horas estudiando teoría psicológica para estar “mejor preparados” ante las dificultades de aprendizaje y relación. Pero lo cierto es que ahora con lo que sabemos nos resulta difícil la forma de trabajar de nuestros compañeros “tradicionales” y la de otros profesionales de la educación y la psicología pues ellos no están tan afinados para la relación como aquellos que nos formamos específicamente en ello.

Gallese, Ferrari y Umilta (2002) lo resumen muy bien en esta frase:
“La empatía se basa profundamente en la experiencia que mi cuerpo ha vivido, y es esta experiencia la que nos permite reconocer directamente a los otros, no como cuerpos dotados de una mente, sino como personas idénticas a nosotros”. 

martes, 13 de septiembre de 2011

Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales

El Prof. Lic. Juan Mila Demarchi nos avisa de que ya es posible consultar libre y gratuitamente todas los números de la Revista Iberoamericana de Psicomotricidad y Técnicas Corporales.

Para acceder a las revistas tan sólo hay que ir a las siguientes direcciones Web y registrarse:

www.iberopsicomotricidadum.com

www.psicomotricidadum.com 



Nota: la Revista está abierta a opiniones, sugerencias y aportes. Si alguien está interesado en publicar algún artículo encontrará las instrucciones en el apartado de la revista: "Normas de publicación".

martes, 31 de mayo de 2011

S.O.S. LÓCZY. Ayuda para que no cierren el Instituto Lóczy

Tras la II Guerra Mundial, en 1946, la pediatra Emmi Pikler crea el Instituto Lóczy en Budapest, Hungría. A partir de su experiencia de trabajo con familias, desarrolla un abordaje educativo innovador con bebés y niños pequeños, víctimas de la violencia y de la separación, bien temporal, bien definitiva de sus familias. Al invitarles a desarrollar sus propias competencias a través de una relación llena de atención, de empatía, y de confianza, Emmi Pikler apuesta por cada niño, para que le sea posible construirse sintiéndose respetado en su persona y en su identidad, y poder abrirse interesado y activo, hacia los demás, el mundo y su propia vida.


La experiencia de Lóczy se basa en la práctica cotidiana de un “hogar para crecer”. Se trata de una práctica que sistemáticamente reflexiona hasta en su más pequeño y último detalle y eminentemente respetuosa con la dignidad, con el presente y con el futuro de los niños de 0-3 años de los que se ocupa en su integridad. Es por ello que constituye una fuente de reflexión inagotable para todos los profesionales de la primera infancia y una imprescindible referencia en la formación; un espacio de investigación sobre el niño y sobre las relaciones humanas. El Instituto Pikler_Lóczy es uno de esos extraordinarios lugares donde se respira y se aprende humanidad.

El 30 de abril de este año el Gobierno Húngaro ha cerrado la casa cuna para siempre pero el Instituto creía poder continuar con la guardería y mediante ella con su labor de investigación y formación. Según se ha sabido estos últimos días, la intención del Gobierno húngaro es otra, va a incorporar la guardería a una red privada y hacer desaparecer el grupo de trabajo. Por ello te pedimos mandar este mensaje:

Al Presidente, Viktor Orban: orbanviktor@orbanviktor.hu
Al Ministro de Administración Pública, Andras Levente: lakossag@kim.gov.hu

Dear President/Minister,

For the global importance of Lóczy Institute in education for children 0-3 years, please do not close it, and do what is in your hand to keep it as the only research and training center on early childhood raised without violence.

Thank you very much for your attention,


viernes, 6 de mayo de 2011

Educadores no reflexivos que sólo quieren educar


"Oír es precioso para el que escucha". Proverbio egipcio

La escuela quiere educar y se pregunta el qué y el cómo, pero nos falta investigar más el quién educa. El capital humano es el más importante y saber relacionarse escuchando la relación emergente entre dos personas o una clase entera debería ser lo más importante. ¿Para qué queremos saber tantas cosas si luego nos tratamos fatal?

La iatrogenia trata de los efectos positivos o negativos del actuar de los médicos y aquí, en este blog,  la utilizo como el daño ocasionado por el educador debido a la ignorancia, la impericia o la negligencia de sus actuaciones. Hablar de Educación es hablar de las relaciones entre el educador y los niños.  Por eso postulo que en la resistencia a la relación que necesita el niño, por parte del adulto, y que no olvidemos que surge del intento libre y natural del niño de aprendizaje autónomo, surge la iatrogenia negativa  educativa. Es el miedo a la libertad expresada del niño lo que intimida a muchos adultos que para no sentirse “desbordados” o “incómodos” ejercen el poder autoritario disfrazado de obediencia.

Ya sabemos que la labor de un educador es realmente difícil e importante. La mayoría de las veces son profesionales por vocación.  Pero hoy vamos a detenernos en esta cuestión que les cuento porque es muy importante. Hemos de tener claro que no todo está justificado por ser vocacional. Uno no es mejor profesional porque lo sienta así sino que ese sentimiento debe estar confrontado con unos resultados palpables  y un análisis concienzudo de por qué hemos elegido la profesión y cuáles son las motivaciones reales que apoyan nuestro trabajo. Además de unas cualidades psicológicas óptimas.

Hay infinitas razones para elegir las profesiones socio-educativas y socio-sanitarias pero también, a veces, detrás de estas decisiones se esconden necesidades afectivas no satisfechas,  idealizaciones e identificaciones curiosas,…

Con todo ese equipaje afectivo y emotivo, apropiado o no, que acompaña a todo el mundo, (no se preocupen en exceso, sólo lo necesario, ya que si fuesen perfectos no serían humanos. Lo importante está en saber reparar nuestros errores, si somos capaces de percibirlos). Después de esta digresión entremos ahora en un centro con sus muchos educadores, maestros, directores,… y las relaciones que se forman entre unos y otros dentro del clima organizativo. ¡Qué  difícil es convivir!  ¡Y cuántas limitaciones personales se esconden detrás de determinadas formas de actuar!

Muchas veces por no entrar en confrontamiento con los compañeros  pueden surgir amoldamientos a formas de hacer que no son adecuadas para el desempeño de nuestra profesión pero que se  aceptan  por múltiples motivos. Son los típicos: "Aquí funcionamos así", "Llevamos muchos años", "No dejes que los niños te tomen la mano y el brazo, con mano dura funcionan mejor",...

Ok, todas estas justificaciones están muy bien pero ahondemos en lo que pasa lejos de la enorme diversidad de concebir la educación y las formas de hacer. Si nos miramos, siempre hay algo más profundo que incide en nuestra forma de trabajar y que no se puede soslayar. A veces no basta con mirarnos y alguien tiene que mirarnos desde fuera, porque lo terrible es cuando los educadores fallan en la comprensión global de las situaciones que tienen delante en el ejercicio de su profesión.

 Aquí otra vez tengo que decir que somos humanos y nadie acierta al 100% pero hay que hacer una precisión: lo mismo que hay daltónicos, con su imposibilidad de distinguir algunos colores, y que todavía no saben que lo son;  también hay  personas que no son capaces de dotar del valor necesario a lo afectivo viendo tan solo el componente conductual de una manera aislada y al tratarse como objetivo principal y único el cambio de la conducta con respecto a sus metas deseadas, producen un destrozo de la relación.

En la labor de enseñar, la buena relación con el niño es siempre necesaria para conseguir los cambios actitudinales de una manera no desafiante o pasiva o traumática con ellos. Podríamos decir, como decía al principio del post, que existe una iatrogenia educativa inherente en toda relación humana. Ya que el aprendizaje, a mi entender, va envuelto en una relación especialmente privilegiada; porque para enseñar y para aprender uno tiene que cautivar la atención plena del otro. Debe de haber una relación de admiración recíproca entre maestro y alumno.

Y en este marco, lo bueno y lo malo de uno mismo viaja también hacia el otro. No se pueden dejar de aprender cosas buenas y cosas malas, ya que todo va en el mismo  paquete y el cómo somos  proyecta en el otro un como debería ser. Por eso lo importante es descubrir que va oculto en nuestras formas de relación.

He visto educadores apelando al principio de igualdad para sus actuaciones cuando la realidad es que nadie somos iguales. Todos somos únicos, con historias únicas y con formas únicas de afrontar el conocimiento, las relaciones, el estrés, la ansiedad, los premios, los castigos, la obediencia, la amistad,… la vida. Cuando antes comprendan esto antes dejaran de enarbolarse en justicieros de la igualdad comportamental.

He visto muchas veces que cuando la emoción no adecuada se adelanta a la relación se pierde la relación en favor de la emoción y en este punto, la emoción por lograr nuestros deseos, puede precipitar en la imposición junto a una emoción expresada y transmitida que puede ser difícil de controlar en sus efectos.

Después de todo lo explicado, lo que se ve es que el caballo de batalla es trabajar con estos educadores la mente empática  y la percepción de la situación corporal-emocional, aunque sabiendo de los límites de este aprendizaje, ya que no todas las personas llegaran a tener un desarrollo suficiente de la mente capaz de la participación afectiva en la realidad que afecta a los otros.

Si nos movemos en el ámbito de la educación infantil, la educación emocional sólo puede venir de personas altamente dotadas en experimentar las sensaciones y las emociones de los niños, siendo además capaces de devolverles una emoción adecuada,   a sus necesidades de establecer confianza en el otro que le cuida y forma  y que  les resulta  vital para su crecimiento.


sábado, 18 de diciembre de 2010

El miedo es necesario en educación

“Así es -Dijo Sancho- pero tiene el miedo muchos ojos, y ve las cosas debajo de tierra, cuanto más encima en el cielo”. Miguel De Cervantes Saavedra

Sé que he puesto un título provocativo  y que choca con la idea edulcorada de la psicomotricidad relacional, aun así voy a explicarlo.

El miedo conmueve con facilidad nuestro cuerpo y forma parte indispensable de la vida puesto que Vivir lleva ineludiblemente el temor a ser dañado o a perder la propia vida y esto suele suceder a no ser que se tenga dañada una parte del cerebro llamada amígdala y que parece especializada en procesar la emoción del miedo.

Desde que nace todo sistema vivo está expuesto a las contrariedades de la vida: desde infecciones o accidentes hasta ser depredados por los depredadores. Y cuando creamos un mundo de color de rosa para los niños y luego este no coincide con la realidad les dejamos desarmados e indefensos ante lo que más tarde o temprano se tendrán que enfrentar. Miedo y superación se conjugan para formar al ser humano.

Así que Educar no tiene que ver con crear una envoltura aislante que aísle de todos los peligros a nuestros hijos pues esto es imposible y una irresponsabilidad. Educar tiene más que ver con manejar el miedo. El sentir miedo no ha de entenderse como algo negativo pues sentir miedo significa que somos capaces de valorar el grado de peligrosidad de una acción. Y por lo tanto no hay que confundir la valentía con la temeridad. 

En una sala de psicomotridad, por ejemplo, podemos ver a niños que suben por las espalderas hasta lo más alto y otros que aterrados no son capaces de subir un peldaño: A veces por sus dificultades psicomotrices y otras por los miedos inducidos por los padres o maestros. Es importante que nuestros miedos como adultos no limiten el desarrollo bio-psico-social del niño. Lo nuestro es nuestro y lo del niño del niño.

En esta gran disparidad de conductas  con respecto al miedo vemos que todas las personas han de pasar por un aprendizaje y es que han de ajustar sus capacidades con el nivel de riesgo asumible para sus organismos.

Desde el nacimiento cada individuo tiene una resistencia al estrés y una respuesta distinta de alarma que altera a todo su organismo provocando unas consecuencias claras en su salud. Se sabe que el 15% de los niños es más miedoso que la media y son más reactivos a los estímulos por lo que tienen un umbral más bajo de activación del sistema de reacción al estrés.

Aquellos que gracias a la educación del miedo recibida pueden modificar en cierta manera esta predisposición biológica y no quedan ni en el exceso ni en el defecto de miedo o temor pueden tener una vida más plena y saludable ya que al relacionarse con su entorno y vivirlo en el ajuste puede limitar los riesgos que le rodean.

Digamos que aunque hay miedos innatos otros hay que aprenderlos y son propios de cada sociedad y cultura: no se pueden meter los dedos en el enchufe, no se puede cruzar la calle con el semáforo en rojo, no hay que irse con los extraños, hay que respetar a los mayores, etc.

Aquí, en lo social, es donde se ejerce el control de la educación. Cuando un niño pequeño cruza por primera vez una calle sin mirar sufre, dependiendo del padre, desde una regañina hasta un par de azotes.

Lo que se está haciendo en ese momento es inocular al niño con miedo. Es como vacunar para no sufrir una enfermedad, en este caso ser atropellado, pues en relación con el “castigo” la consecuencia del atropello puede ser trágica. Se opta entonces por inducir un miedo atenuado y asumible a la edad y características personales del niño (si es un padre o madre sensata y se ajusta sin hacer daño física o psicológicamente al niño), desde la reprimenda o el azote hasta la fórmula establecida para tal fin que es regular la conducta para conseguir beneficios en el futuro.

Es obvio que hablo de niños pequeños en los que pararse a hablarles desde el lado racional como si fueran adultos no tiene sentido pues lo que ellos captan sobre todo es nuestro lenguaje no verbal que apoya a nuestro discurso. Nosotros, en esas situaciones que nos han asustado, solemos dirigirnos con el discurso explicativo a los niños, sobre todo, para calmarnos a nosotros mismos. Pero recalco que ha de ser nuestro lenguaje no verbal el que transmita de forma clara y firme, y que no admita la discusión. Sí no hay cierta intensidad no sirve.

En estas edades la educación se gesta entre los no y los sí. Puesto que lo más importante no son las palabras sino lo que transmiten las miradas, la voz, la postura corporal: prohibición, aceptación, miedo, seguridad, calma, serenidad, autoridad, distancia, cercanía, acogimiento, afectividad, acompañamiento,…

Si somos capaces de hacerlo conjugaremos a la vez muchos significados en la trasmisión corporal comunicacional, como mínimo: prohibición de la conducta riesgosa, aceptación de lo ocurrido, calma y serenidad en la comunicación y autoridad, que es la facultad de mandar y hacerse obedecer.

Si falta la autoridad todo el andamiaje emocional se cae y hay un aprendizaje “callado”, que no se expresa formalmente, sino que se supone o sobreentiende y que marcará la relación futura entre el niño y sus padres, entre el niño y la sociedad.

Recalco que no hay que confundir la autoridad con hacer que los niños nos teman para que nos obedezcan puesto que la obediencia temerosa simula subordinación, lo mismo que el miedo a la policía simula honradez.

Cuando inoculamos un miedo excesivo o por el contrario el ejercer la autoridad es un problema para nosotros y le dejamos sin “miedo”, falla la “represión estructurante” y esto tendrá sus consecuencias futuras. Y a lo largo de su desarrollo, en el caso de no tener miedo a nada ni nadie como resultado es posible que entonces no responda a ninguna autoridad sea familiar o institucional o asuma conductas de alto riesgo.

La cosa se complica cuando como padre o educador uno actúa desde el querer anular todo riesgo asumible por el niño, comprometiendo el ejercicio de sus habilidades psicomotrices y la elaboración y afrontación de sus propios miedos. Se nos olvida que muchas veces los límites de nuestros hijos son nuestros propios límites y sus miedos los nuestros.

No quiero decir que esto siempre tenga que ocurrir porque en la vida nada está cerrado o abierto sino que fluctúa entre los límites de las posibilidades y las decisiones que tomamos y nos van encerrando en sus caminos. Pero hay miedos buenos y miedos malos. La ansiedad, por ejemplo, es el miedo a tener miedo y el miedo prolongado en el tiempo se puede transformar en tristeza y depresión. Otras formas patológicas son las fobias, los ataques de pánico, etc.

 Así que tampoco quiero decir que hay que asustar a los niños ni utilizar el miedo al rechazo, la sumisión o la agresividad psicológica ni nada por el estilo sino comprender que el miedo forma parte de la vida y del aprendizaje para vivir en sociedad.

El miedo tiene un sentido y es el de suspender cualquier actividad o deseo para afrontar un peligro por lo tanto no es un agresor externo sino un regulador interno y sin él no seríamos capaces de preveer  cosas que nos pueden hacer daño.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Auto-aprendizaje y Educación Mínimamente Invasiva

"Un verdadero maestro no enseña sino que deja que sus alumnos aprendan". Y en esta frase creo que puedo resumir  mi humilde experiencia como maestro y psicomotricista.

Enlazando con esta idea, hoy os traigo una vídeoconferencia de Sugata Mitra, Profesor en la Universidad de Newcastle, en el Reino Unido.

Él es el promotor del experimento Hole in the Wall o HIW (El Agujero en la Pared por sus siglas en Inglés), con el cual en 1999 colocó una computadora en un quiosco de un barrio bajo en Kaljaki, Nueva Delhi y los niños de los alrededores tenían libre acceso para utilizarlo. 

El experimento procuraba probar que los niños podrían aprender de las computadoras con mucha facilidad sin ningún entrenamiento formal. Sin saber absolutamente nada de ordenadores. 

Sugata lo denominó Minimally Invasive Education (MIE) o Educación Mínimamente Invasiva. Desde entonces el experimento ha sido repetido en muchos lugares, HIW tiene más de 23 quioscos en la India rural. En 2004 el Experimento también fue usado en Camboya. 

El  interés de Mitra incluye la Educación Infantil, la Presencia Remota, los Sistemas de Auto-organización, los Sistemas Cognitivos, la Física y la Conciencia.

Una de sus conclusiones es que la educación es un sistema auto-organizado en el que el aprendizaje es un fenómeno emergente. Con la "Minimally Invasive Education" busca una solución que utiliza el poder de la colaboración y la curiosidad natural de los niños para catalizar el aprendizaje. Se aleja de la enseñanza memorística y unidireccional tradicional de la escuela por los grupos colaborativos auto-organizados que intentan aprender por su cuenta y en base a sus necesidades.

La charla está en TED Talks y en el vídeo se pueden poner subtítulos en español. Tan sólo hay que pulsar en "View subtitles" (abajo en rojo) y se os desplegará un menú donde se puede elegir entre muchos idiomas. No  os lo perdáis


lunes, 15 de noviembre de 2010

Por qué no sirve la educación del todo a nuestros intereses


“Dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera”. Albert Einstein

Creo que todos, viendo un poco la sociedad que nos rodea, podemos llegar a la conclusión de que la idea de una buena educación como suficiente para garantizar un mundo mejor peca de enorme ingenuidad. Esa idea o meme que arrastramos desde el siglo XVII de combatir la ignorancia y las tiranías a través de la razón no solo no se ha visto cumplida sino que se ha transformado a favor de los más instruidos, y ha mutado en beneficio de los más cultos y empáticos para manipular a sus semejantes.

Vivimos en una sociedad tan compleja que ha refinado, con métodos científicos y tecnológicos, las formas de utilizar a los otros. Todo este imparable desarrollo de intentar controlar sutilmente a los congéneres sapiens ha surgido desde que la especie comprendió que los otros tienen su propia mente, deseos e intenciones. El desarrollo de la empatía supuso no solo empatizar con los otros sino poder engañarlos y modificarlos según nuestras necesidades.  

En algún momento de nuestra historia la cultura humana se ha adelantado demasiado a la evolución biológica y esta, rodeada de medios tecnológicos y teóricos, se ve obligada a intentar adaptarse  a los actuales deseos del hombre.

En este desajuste se mueven las nuevas enfermedades y trastornos psicosomáticos del ser humano puesto que hemos pasado de manipular brutalmente el medio ecológico-físico a manipular ferozmente el medio social psicológico e interno.

He de deciros que siempre que aparecen momentos políticos (de utilización),  de intentos y reformas educativas recuerdo las sabias palabras del premio nobel de literatura José Saramago cuando decía: "El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir".

En esta sociedad psicologizada y televisada se vierte la modernidad líquida que describe Zygmunt Bauman y en un mundo así no se puede educar como antes porque todo es cambiante y se vive para el bienestar propio. Los momentos son de usar y tirar. Se consumen sensaciones y emociones (¿recordáis el anuncio de una marca de coches que decía: “Te gusta conducir…”?) convirtiéndonos gustosamente en adictos a las experiencias nuevas, a las emociones y a la emocionalidad. La ingeniería de la manipulación ha progresado mucho en el laboratorio y fácilmente a cada instante nos asocian la compra de un objeto con un estado de ánimo, con una felicidad vacua y momentáneamente pasajera. Algo tan sumamente adictivo como una calada a un cigarrillo.

Es en este panorama donde intentamos hacer educación, en un momento en el que más que nunca los niños son tenidos para acomodarse a los planes hedonistas de los padres y no al interés de ofrecer la autonomía como proceso madurativo.

Lo que estamos viviendo es la llegada de la maternidad o paternidad de consumo: donde se consumen revistas para padres con moda para bebés, donde se sigue tal o cual método de estimulación precoz para producir un estilo de niño exitoso y adelantado, donde se elige la guardería de diseño hiper tecnificada y exigimos a los maestros que eduquen a nuestros hijos porque a nosotros ya no nos queda más tiempo que consumir,…

Todavía hoy tendemos a confundir  la educación con instrucción y lo que ello implica muchas veces es que el proceso de socialización se queda en un mero adiestramiento abandonado a su propia suerte. En este caso, a la suerte manipulativa de la nueva sociedad televisiva y de consumo que amplifica y sobredifunde la humillación pública, el miedo y la violencia como entretenimiento. Es una sociedad proyectada en la retina de nuestro egocentrismo en donde en el nombre de la libertad propia se corrompe la libertad de los otros, donde se transmiten modelos de conducta sádicos y donde todo vale por conseguir fama y dinero rápido, los baluartes del éxito actual.

Un gran error en el que hemos caído es en pensar en que se podía educar a los niños al por mayor y sin que las cosas de los adultos les influyesen. Esta peregrina idea escolar proviene de la revolución industrial y buscaba operarios para su maquinaria productiva y no personas que conquistarán la autonomía vital. A este ambiente de integración de los niños en las escuelas se ha sumado el cuidado de estos por las pantallas planas panorámicas que ha supuesto la disolución acuosa de las figuras parentales y de referencia.

La dura realidad es que la escuela no puede ser el sustitutivo de la educación individual. Y la paradoja es que lo individual y lo colectivo son caras en una misma moneda que gira y gira.

A la par de que necesitamos conquistar nuestra individualidad necesitamos de lo grupal para desarrollarnos y cuando estamos en grupos, el contagio emotivo-conductual puede difundir con enorme rapidez formas de actuar totalmente nefastas para la convivencia entre personas. Este tipo de aprendizaje o mero contagio o contaminación es rápido y muchas veces inconsciente.

La principal forma de aprendizaje humano es la imitación. Desde la observación del otro tendemos a copiar todo aquello que los otros hacen o sienten. Y aquí es donde nace la complejidad y la dificultad para tener una sociedad educada en unos valores determinados y más útiles para vivir y pensar  en comunidad pacífica; pues la sociedad no es nuestra, la sociedad es una sociedad darwinista en el sentido de que su evolución es ciega. No va ni a mejor ni a peor sino que los grupos, las ideas, las culturas funcionan en un proceso continuo de nacimiento, adaptación y muerte. Las ideas y las culturas son víricas. Se contagian y mutan. La mayoría de las personas que nacen se adaptan como pueden a las cepas representacionales víricas con las que les tocan coexistir.

Se pueden gastar millones de euros en educación para la ciudadanía, la educación vial o sexual que una idea vírica perjudicial para el individuo o la sociedad puede extenderse tan rápidamente por contagio a través de las redes sociales, personales o virtuales, que todo ese esfuerzo puede quedar muy mermado.  

La conexión entre individuos nos hace más fuertes y ha sido evolutivamente rentable pero la hiperconexión actual creo que nos fragiliza. Es todo tan rápido que no puede moderarse. Somos impactados por tal cantidad abrumadora de información  y que nos influye, que a lo largo del tiempo forzará un cambio en las estructuras cerebrales.

Mientras esto nos ocurre pienso en lo que el filósofo griego Demócrito de Abdera decía: “que todo está perdido cuando los malos sirven de ejemplo y los buenos de mofa”. Y en lo que expone Fernando Savater: “No hay educación si no hay verdad que transmitir, si todo es más o menos verdad, si cada cual tiene su verdad igualmente respetable y no se puede decidir racionalmente entre tanta diversidad”. Estos son los virus nihilistas que pueblan nuestras mentes.

Pero hoy en día entre la coexistencia de tantos virus mentales, entre tal cúmulo de verdades y tipos de vida para elegir o consumir; lo que finalmente llega, debido a las limitaciones del procesamiento cerebral, es la dificultad para tomar decisiones,  la inactividad, las crisis, la depresión, el desarraigo, el pasotismo o el todo vale; y todo esto junto con el imperativo de la publicidad televisiva de ser obligatoriamente libres y felices para decir y hacer, pero a su servicio, lo que finalmente nos provoca el perder  la dirección de nuestras vidas, si alguna vez la hemos tenido, usando lamentablemente una ética minimalista.

La educación es tan sólo un elemento, una carta entre otras cartas de una baraja que modula los programas mentales compartidos, pero que no es inmune a los procesos biológicos y culturales del contagio emocional e ideacional. Con la educación se puede forjar una estructura desde pequeños, pero las ideas buenas y malas de los otros fluirán por dicha estructura para bien o para mal, y al mismo tiempo socavando para enfermar o reparando para sanar. La educación se expone y se enfrenta siempre a lo que hacen los otros por lo tanto es una dialéctica constante de construcción, destrucción y reconstrucción.

Siempre he oído hablar a José Antonio Marina de que educa la tribu pero cuando ampliamos el nivel de enfoque vemos que el mundo es ahora una gran tribu conectada y que esta está sujeta a gran cantidad de variables ocultas y que influyen en el resultado final. Estos procesos orgánicos lo que añaden es mayor indeterminación a la determinación. La educación se ha convertido en una especie de cuarto elemento de la materia, en un elemento plasmático donde lo colectivo presenta efectos curiosos antes no observados.

En definitiva, tenemos delante un nuevo mundo para explorarlo e intentar adaptarnos.

viernes, 10 de septiembre de 2010

Mentes que crean mentes

“Sin lugar a dudas, es importante desarrollar la mente de los hijos. No obstante el regalo más valioso que se les puede dar, es desarrollarles la conciencia”. John Gay 1685-1732. Poeta y dramaturgo inglés.

Nos construyen las relaciones y no hay dos relaciones iguales. Incluso dentro de las vidas deseadas y fabulosas hay diferencias. Y esas diferencias se crean entre los detalles de lo cotidiano. La verdadera vida importante surge entre lo sutil de los detalles mientras nos empeñamos en sobrevivir a las exigencias sociales.

Hay que hacer tareas. Ahora toca recoger a los niños, después darles de comer, luego llevarlos a la escuela, luego ir al trabajo…  entre prisas agobiadas y veloces tratamos de cubrir el expediente y lo importante es llenar el momento con nuestra atenta existencia frente a los otros.

Cuando la tarea a realizar para superar el día prima sobre la relación de los seres queridos se produce una debacle pues una tarea rutinaria y con prisas no tiene sentimiento. El sentimiento, la sustancia, la comprensión nace de vivir lo que se vive, de la presencia auténtica y con todos los sentidos enfocados hacia las personas que nos hablan, que nos miran, que nos escuchan... y para eso se necesitan segundos eternos no segundos fugaces. Vivir es una cuestión de enfocar la atención con intención y tiempo.

En el detalle de las pequeñas cosas, en la finura de las interpretaciones de las demandas es donde surge la mentalización del niño. Y lo que quiero decir con esto es que en cada encuentro entre adultos y niños estos tienen una oportunidad irrepetible para ir creando conjuntamente una mente que integre aquellas cualidades imprescindibles que forman nuestra educación afectiva: entendimiento, comprensión, propósito, reflexión, humanidad, autoconocimiento, expresión, consciencia, autorregulación, ... 

Nos sorprendemos por la poca enseñanza que hay en la escuela y en la sociedad pero los ciudadanos se crean en base a las mentes que posibilitan el surgimiento de mentes con una buena empatía y claridad emocional y sobre todo con personas enseñadas a reflexionar sobre ellas mismas y los otros.

El problema surge cuando una persona que no tiene estas capacidades tiene un hijo o un aula con niños a su cuidado. No es solo cuestión de recursos económicos o educacionales sino de la arquitectura mental y sensibilidad de los padres y de sus profesores que un niño evolucione de una forma adecuada.

Muchas veces hablamos de niños con problemas de conducta pero no hablamos de las dificultades de progenitores y educadores. Padres, madres, maestros, maestras que en la diversidad de la vida son: ansiosas o ansiosos, ambivalentes, cansadas y cansados, hiperactivos e inatentos, impacientes, incongruentes, rígidos, con creencias y actuaciones paradójicas, con dificultades en la relación,… y que lejos de ser estados pasajeros por el hecho de ser personas pasan a ser estados crónicos inadecuados de manifestarse en relación con el otro.

¿Qué tipo de mentes crean estos tipos de “estares” sobre el mundo? Incidimos demasiado las tintas sobre los niños sin mirarnos a nosotros mismos o al contexto. Pero deberíamos saber que la forma de ser del niño tiene que ver con el reflejo de las vivencias que moldean su mente día a día. Y en concreto de las interacciones diarias con sus seres más cercanos. Y en esos momentos uno no puede estar de pasada. Tiene que vivirlos en conexión perfecta con ese pequeño ser al que se ama, cuida o “enseña”.

Pedimos calidad en las relaciones con los más pequeños pero, ¿y si nuestras mentes no tienen esas capacidades?

A menudo no es cuestión de empeño y deseo de ser lo mejor para nuestros hijos. Pues a pesar de los buenos deseos existen arquitecturas mentales miopes para esto. Se manejan en la superficialidad o en la emocionalidad desbordada, en la falta de "tacto", en la "sordera" de lo que expresa el niño, en la inexpresividad afectiva o en la hiperafectividad superprotectora y asfixiante. Los matices son infinitos.

La mirada educada en el respeto al desarrollo del otro es la única que puede dirigirse entre la infinitud de estímulos hacia los detalles verdaderamente significantes. Se necesita un empeño en centrarse en el momento de forma activa y reflexiva. En definitiva, ser muy consciente de lo que se está haciendo.

Podríamos decir que existe una "inteligencia atencional" o "inteligencia del cuidado maternal". Creo firmemente que la base de la empatía, del apego seguro y de las emociones autocontroladas está en la capacidad de saber desarrollar la mente consciente del niño. En esto es lo que debieran trabajar los progenitores y los maestros. Pero lejos de intentar aplicar actividades escolares, por personas no aptas, que tratan de potenciar estas capacidades meditativas y reflexivas creo que lo fundamental son las formas de ser de los adultos que en la relación del día al día logran por transferencia que la mente del niño se mire a sí mismo y a los demás.

Pienso que necesitamos personas con gran capacidad de escucha y que tratan de entender el deseo del niño, que les dejan tiempo para que resuelvan ellos mismos los problemas, que transpiran seguridad y afecto.

Podríamos decir que la categoría de sujeto la damos nosotros. Reconociéndole, mirándole y tocándole al mismo tiempo y como se haga esto creará enormes diferencias en la manera de ser consciente, sentir y pensar de esa persona en el futuro. Podemos crear de esta forma lenta pero inexorable e interactiva mentes muy distintas: desde ególatras egoístas hasta personas altruistas y caritativas, desde personas que razonan mal hasta personas que razonan muy bien, desde individuos que saben amar hasta los que no pueden fiarse de los otros o de sí mismos…

Volvamos al tema del proceso atencional-perceptivo consciente e inconsciente. ¿Qué capacidad tengo yo de focalizar mi atención-percepción preconsciente en los estímulos sociales-comunicacionales del niño?

O hagámonos estás preguntas: ¿qué capacidad de conexión tengo con el niño? ¿Cómo es esa conexión? ¿Durante cuánto tiempo conecto? ¿Qué calidad? ¿Es una autopista o un caminito difícil y lleno de obstáculos?
¿Qué serían los y las cuidadoras "suficientemente buenas"? Para mí la respuesta, entre otras muchas cosas, es aquellas que descubren con rapidez que es lo que siente el niño y se ajustan a lo que el niño puede entender y aceptar. Aquellas que dan un espejo empático y de registro de las emociones muy pulido y cristalino, dónde cada emoción sentida corresponde exactamente con el registro facial y corporal adecuado.

Si tenemos estos tipos de personas serenas y "presentes" al cuidado de los niños, los niños pueden aprender a leer y leerse correctamente. Y ellos, nuestros hijos, fundamentarían el conocimiento de los otros y de sí mismos con el mejor modelo posible. El niño, así atendido y acompañado, entonces se encontraría seguro porque la cuidadora o el cuidador son atentos, predecibles y coherentes en sus gestos conscientes o inconscientes.

Creo que aquí está el quid del apego seguro y del desarrollo óptimo de los bebes y niños. No podemos tener a personas que confundan emocionalmente a los niños porque están en el momento crítico y vulnerable de establecer la confianza en el mundo y el cuerpo físico vivido que están vivenciando con nosotros es el soporte que graba y articula la vida que tienen y tendrán.

Si queremos la excelencia en el cuidado infantil quizás en las escuelas de magisterio, de técnico infantil y en las escuelas de padres se debieran realizar entrevistas y pruebas psicológicas para ver la idoneidad de las personalidades y actitudes que tanto impacto pueden tener sobre los niños y bebes.